En cuanto asumas que la exposición fotográfica es una alianza entre el sensor de tu cámara y la luz de la escena abrirás los ojos a una nueva dimensión y entonces ¡te obsesionarás con la luz!.

Cada momento del día brinda una oportunidad distinta de registrar el mismo encuadre produciendo sensaciones diferentes. Ahora piénsalo. Tu próxima foto va a depender de un parámetro más. Ya no serás el mismo fotógrafo. Serás mejor.

Surf en la hora dorada

Roni, nuestro instructor favorito del club Patos Surf intenta sacar lo mejor de nosotros en cada sesión. Eso no le impide pillarse algunas olas por su cuenta con la excusa de que es «para entrar en calor». En el fondo sabemos que disfruta con esto y nos encanta verle hacer lo que todavía tardaremos en imitar nosotros.

La hora dorada -apenas un instante después de la salida del sol y los últimos segundos antes de su ocaso- es uno de esos momentos del día en el que casi nadie se resiste al impulso de coger la cámara para fotografiar esos intensos y cálidos colores. Los dos viernes que me bañé este invierno al filo de la puesta de Sol, me brindaron fotos de tonos fabulosos.

En el agua mantengo preconfigurado el exposímetro de la Canon Powershot D10 para medición ponderada al centro. De este modo puedo concentrar la lectura de la luz en la zona que deseo sin prestar atención al visor.

La técnica controlar la exposición en una camara modo automático ya os la he explicado antes: apuntar al cielo bloqueando la exposición (busca el botón en el manual de tu cámara), recomponer el encuadre para enfocar y lograr así esas siluetas que tanto me gustan.

Durante la fase de revelado busqué la forma de saturar los dorados intentando reproducir la sensación que tenía en el momento de la captura. Ni el sensor de la cámara ni mi avanzado monitor led de 27″ podrán reflejar jamás todos los colores de aquel delicioso atardecer.