Una buena elección para alimentar tu pasión por la fotografía, es comprobar que estás dispuesto a abandonar tu zona de confort para experimentar nuevas formas de hacer fotos. ¿Tienes alguna piscina, playa o río a tu alcance? ¿Estarías dispuesto a empaparte? o incluso, ¿te zambullirías en la gélida agua del mar en pleno invierno, sólo por la recompensa de conseguir una fotografía distinta?. Mi propuesta es: échate al agua y sumerje tu cámara.

Existen varias opciones para ampliar o preparar tu equipo fotográfico y hacer fotografías en el agua. De la más barata a la más cara, puedes elegir entre una bolsa plástica hermética -con muchas limitaciones- que se adapte a tu cámara, una cámara compacta sumergible que se pueda sumergir directamente, o una carcasa estanca específica para alojar un cuerpo de cámara con acceso a la mayoría de sus controles. En este último caso, una carcasa estanca para una cámara réflex puede resultar prohibitiva, pero para una compacta de serie alta está al alcance de cualquiera.

Si por fin te has decidido, no te arrepentirás. Pronto vas a comprobar que tus nuevas fotos con cámara de agua aportan una perspectiva distinta, probarás las fotos entre dos aguas y tus baños irán acompañados de ese clic que al llegar a casa quizás tenga el premio de ser una buena foto.

Además, en base a mi experiencia, en otro artículo explicaré cómo evitar la condensación en tu cámara.

Practicando bodyboard en la Playa de Patos

Llevaba un tiempo esperando la oportunidad de estrenar en condiciones mi carcasa de agua estanca para la Canon Powershot G15 y el sábado por fin lo conseguí.

Pedro, colaboró conmigo en esta sesión de fotos de bodyboard que espero sea la primera de muchas más. Veremos cuándo me puedo escapar de nuevo al agua.